lunes, 17 de junio de 2013

Nuestro viaje a Ítaca.



Al fin nos hemos lanzado…Hace ya más de 20 días que nos hemos trasladado definitivamente a vivir a bordo.
Hemos vaciado el piso y trasladado todas nuestras pertenencias a un pañol.

Sabemos que nadamos contracorriente al venir a vivir a bordo, pero es nuestra decisión. La pequeña Marina, con apenas 3 meses de vida, está bien en cualquier lado, siempre que tenga a sus padres (nosotros) junto a ella, atendiéndola, cuidándola y dándole amor.

El Indalus es un barco amplio y cómodo, en el que se puede vivir muy confortablemente, incluso con un bebé. Y además, a nosotros nos hace mucho bien el vivir en el barco, cerca del mar, viendo cada mañana el cielo limpio, el agua clara, los charranes pescando a nuestro lado, los peces nadando bajo el casco…

Habrá quien no nos comprenda, pero a nosotros, el vivir aquí, nos transmite PAZ. Nos hace sentir que andamos por la senda que nosotros hemos elegido, y que se puede conseguir todo aquello que te propones si perseveras y luchas por lograrlo.

Muchas cosas han cambiado en el transcurso del último año…Ha sido una etapa dura, una especie de metamorfosis, pero hemos sabido reconducir nuestra vida a donde queremos.

Muchas voces suenan a nuestro alrededor, diciendo lo que a su entender no se puede o no se debe hacer… No se dan cuenta de que vivir en el barco, a nosotros nos aporta mucho más de lo que nos demanda, que nos hace sentir VIVOS y despiertos, que nos vuelve actores de nuestra propia vida y no meros espectadores de una vida llena de “esto debe ser así” y “se supone que debo hacer esto así”.
No permitáis en vuestras vidas que nadie diga lo que podéis o no podéis hacer, o como debéis vivir.

La vida es demasiado corta como para pasarla haciendo lo que se supone que se debe hacer, lo que la gente espera que hagas…En lugar de eso, decidimos vivir el AHORA como nos apetece, intentando llevar a la vida por nuestra senda en lugar de dejarnos arrastrar por la corriente de “lo que se supone que debe ser” una familia, un hogar, la crianza de un hijo, etc.

Nosotros AQUÍ y AHORA elegimos vivir de este modo, ni mejor ni peor que cualquier otro, tan solo el que nosotros escogemos. Y seguro habrá problemas, lo mismo que en una vida convencional, pero al menos serán los problemas de una vida elegida por nosotros.

Me permito reproducir aquí un manifiesto, el Slow Sailing, que tomo prestado, pero que expresa perfectamente mi sentir:

Lo importante no es el barco, sino tu relación con él y la Mar. No importa la eslora, precio o equipamiento. Tanto da si es un bote de remos como un gran yate. Lo que importa es que no lo consideres un objeto más de los que tienes, sino un compañero -tu Compañero- en el Viaje de la Vida que te hará conocer la Mar y, más importante, conocerte a ti mismo.

Pasa cuanto tiempo puedas a bordo de tu barco, incluso si está amarrado a puerto. Haz del barco parte de tu espacio vital. Incorpóralo a tu Yo. Trabaja en él, de manera que parte del barco sea obra tuya y que alguna parte de tu obra esté ligada al barco. Esto aumentará tus lazos con el barco.

Deja las prisas y preocupaciones en el puerto cuando sales a navegar. Sal sin hora de vuelta, como si salieses siempre para una larga travesía. Olvida el reloj y guíate por el sol. Si eliminas velocidad y tiempo de la ecuación, te quedas sólo con el espacio: la Mar. Ella te mostrará tu Yo recóndito.

Navega sin curso ni destino. Simplemente navega, déjate llevar por la Mar y el viento. No pienses en las millas hechas ni en las que faltan. No vayas a ningún lado. Sólo navega y disfruta del momento. Alégrate de ser tan pequeño en el conjunto. A la par que te enseña humildad, la Mar te dará la fuerza de un titán. Aprenderás, con los rociones que, la maledicencia, el desamor, pueden resbalarte sin otra traza en tu Yo que la del salitre que queda en tu cara cuando la gota se ha secado.

Desconecta la electrónica y navega como se hacía siempre. Aprende a no depender de los instrumentos. ¿Cuánto tiempo hace que no tomas una demora o la altura de un astro? Sitúate y dibuja el rumbo en una carta de papel. Olvídate de los catavientos. Siente el viento en la cara. Aprende el arte de navegar que es el que define a los verdaderos navegantes.

Desconecta el móvil y apaga la música. Corta tus ataduras con la tierra. Escucha el murmullo de la Mar, la ola de proa, el flameo de las velas, la respiración de la Mar. Verás que, todo, te habla y te arrulla. Que convierte en nimio el desamor. En anécdota la malquerencia y la falsedad.

No te aferres a la caña o a la rueda. Cede el timón a algún tripulante. ¿Cuánto tiempo hace que no te tumbas en cubierta o te sientas en proa con los pies colgando? Si vas solo, amarra el timón, equilibra las velas y déjate llevar. Confía en la tripulación y en tu barco.

Guarda tus vivencias personales para ti. No trates de compartirlas o evanescerán.

No abandones a tu barco. Él no lo haría. No lo hagas responsable de tus fracasos. El siempre te acoge.

Contempla el mar durante un rato todos los días. Deja su energía fluir dentro de ti y llévala a donde vayas.




Konstantínos Kaváfis.
ÍTACA.

Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca
debes rogar que el viaje sea largo,
lleno de peripecias, lleno de experiencias.
No has de temer ni a los lestrigones ni a los cíclopes,
ni la cólera del airado Posidón.
Nunca tales monstruos hallarás en tu ruta
si tu pensamiento es elevado, si una exquisita
emoción penetra en tu alma y en tu cuerpo.
Los lestrigones y los cíclopes
y el feroz Posidón no podrán encontrarte
si tú no los llevas ya dentro, en tu alma,
si tu alma no los conjura ante ti.
Debes rogar que el viaje sea largo,
que sean muchos los días de verano;
que te vean arribar con gozo, alegremente,
a puertos que tú antes ignorabas.
Que puedas detenerte en los mercados de Fenicia,
y comprar unas bellas mercancías:
madreperlas, coral, ébano, y ámbar,
y perfumes placenteros de mil clases.
Acude a muchas ciudades del Egipto
para aprender, y aprender de quienes saben. 

Conserva siempre en tu alma la idea de Ítaca:
llegar allí, he aquí tu destino.
Mas no hagas con prisas tu camino;
mejor será que dure muchos años,
y que llegues, ya viejo, a la pequeña isla,
rico de cuanto habrás ganado en el camino. 

No has de esperar que Ítaca te enriquezca:
Ítaca te ha concedido ya un hermoso viaje.
Sin ellas, jamás habrías partido;
mas no tiene otra cosa que ofrecerte.

Y si la encuentras pobre, Ítaca no te ha engañado.
Y siendo ya tan viejo, con tanta experiencia,
sin duda sabrás ya qué significan las Ítacas.